martes, 30 de noviembre de 2010

 
Cordillera blanca


Entre todas las cordilleras de los Andes sudamericanos, la Cordillera Blanca es la más conocida por los montañistas y caminantes de todo el mundo. Su fama se debe no sólo a su altura y a las grandes formaciones glaciares, sino también a su fácil acceso. Esta cordillera que alcanza hasta los 6768 m de altura en el Nevado Huascarán, cuenta con más de 30 picos de más de 6000 m de altura y comprende un área glaciar de más de 700 km2, que supera ampliamente en extensión a todas las demás áreas glaciares de los Andes peruanos, tales como las Cordilleras Huayhuash o Vilcanota (en Cuzco), que no son visitadas tan a menudo por encontrarse en una zona muy alejada. La Cordillera Blanca, por el contrario, es de muy fácil acceso. Después de 7 horas de viaje en bus desde Lima, llegamos a Huaraz, ubicado a más de 3000 m de altura al pie de la Cordillera Blanca, cuyos escarpados picos cubiertos de hielo constituyen un majestuoso escenario para la ciudad. Huaraz es la capital de la región Chavín (departamento de Ancash) y el centro de la parte alta del valle del Santa, que entre Huaraz y Caraz recibe el nombre de Callejón de Huaylas. No sin razón esta región recibe también el nombre de La Suiza peruana.

La Cordillera Blanca le debe su nombre tanto a sus resplandecientes glaciares y nevados, como también a la granodiorita, roca semejante al granito, de la que están compuestos los principales picos. Los numerosos valles del lado oeste de la cordillera que desembocan en el valle del Santa abren pequeñas entradas hacia la parte alta de la región. 





Gran parte de estos valles se encuentra rodeada por caminos precarios y carreteras, que a menudo sólo se pueden transitar con una autorización y vehículos equipados para todo terreno. Existen cuatro caminos públicos que conducen al lado este de la Cordillera, de los cuales tres llegan al Callejón de Conchucos. Esta región a orillas del Marañón recibe notablemente menos visitas de turistas que el Callejón de Huaylas si no tomamos en cuenta Chavín de Huantar, famosa por sus ruinas, visitadas, en realidad, casi exclusivamente durante el día y por excursionistas extranjeros que llegan desde Huaraz. La escasa afluencia de turistas en Conchucos se debe no sólo a que esta región se encuentre ubicada detrás de la cordillera, sino también a la escasa y espartana oferta de alojamiento.
A pesar de la belleza de sus paisajes y de la variedad de posibilidades que ofrece esta región para realizar caminatas se encuentra a la sombra del Callejón de Huaylas.

De los aproximadamente 100 000 turistas, que visitan anualmente la cordillera de Huaraz, entre el 85 y el 90% son de nacionalidad peruana y vienen, sobre todo durante la Semana Santa y las Fiestas Patrias, sin embargo, permanecen pocos días y únicamente realizan paseos en bus desde Huaraz de sólo un día de duración. Sus principales objetivos son las lagunas de Llanganuco en Yungay, los glaciares de Pastoruri y Chavín de Huantar.

Desde hace algunos años encontramos también dos cabañas construidas siguiendo el modelo alpino, las cuales permiten a los excursionistas prescindir de carpas: el Rifugio Perú, ubicado al pie del Pisco, a 4765 m de altura y el Rifugio Ishinca, que se encuentra en el valle del mismo nombre, a aproximadamente 400 m más abajo. Ambas cabañas fueron construidas por iniciativa del padre salesiano, Ugo de Censi. Este italiano, párroco de la localidad de Chacas (al pie de la cordillera, parte este) también ha realizado otros proyectos inusuales, como por ejemplo, la construcción de un moderno hospital y una escuela de carpintería y tallado. No es de extrañar, pues, que en aquellas cabañas uno se sienta transportado a los alpes italianos. 

 La Cordillera Blanca y sus alrededores también ofrecen a los montañistas inexpertos la posibilidad de realizar interesantes caminatas y viajes en auto. Los visitantes quedan fascinados sobre todo con los glaciares y la diversidad de paisajes formados por el hielo. El observador atento, a menudo puede reconocer indicios de que estos glaciares – como en el caso de los alpes y otras zonas montañosas – en el pasado fueron más grandes e imponentes. En el período glaciar, los glaciares cubrían la mayoría de los valles de la cordillera extendiéndose hasta los alrededores, dónde quedan aún altos muros de morena (cascajo de glaciares), cuyo tamaño indica la altura máxima que alcanzaba el hielo. También podemos observar otros muros de morena de este tipo, pero un poco más pequeños y de menos antigüedad que colindan directamente con las lenguas de los glaciares actuales y muestran claramente como el hielo se ha ido reduciendo, proceso que continúa hasta nuestros días. Casi todos los valles muestran también el típico perfil en forma de U y artesa producido por la erosión glaciar.
Desde hace 25 años, la mayor parte de la Cordillera Blanca forma parte del Parque Nacional Huascarán, cuya administración se encuentra en Huaraz. Esta realiza grandes esfuerzos para proteger y conservar la naturaleza en la cordillera, sobre todo los manantiales, los Queñuales (Polylepsis), las pocas plantas de Puya Raimondii que existen, así como los ejemplares de cóndores y vicuñas, etc. Sin embargo, existen otros intereses que dificultan la protección del medio ambiente y la naturaleza: la economía pecuaria, que se practica en exceso en algunos valles, llegando a perjudicar la vegetación; la minería con siete minas en funcionamiento (mientras que otras 70 están paralizadas); y finalmente el turismo, que se concentra principalmente en algunos puntos o rutas. No es tarea fácil conciliar estos intereses y controlar o guiar estas actividades de tal manera que no se siga perjudicando la naturaleza. La administración del parque también recibe ayuda de instituciones extranjeras, como por ejemplo, de la Caja de Crédito para la Reconstrucción en Frankfurt a.M., la cual fomenta la mejora del sistema de control del parque.





“Texto: Profesor Dr. Erwin Grötzba”